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Nuestras áreas de trabajo Diálogos de saberes

El trabajo educativo requiere que las personas se unan y compartan sus conocimientos en un proceso de aprendizaje colectivo. Cada conocimiento es distinto y puede proceder de diferentes fuentes (medios de comunicación, libros escolares, internet). Puede transmitirse de forma oral o escrita, originarse y reproducirse en un contexto social y político especifico, ya sea en respuesta a directrices académicas, a través de prácticas locales, en la familia, entre distintas generaciones o en el aula.

En las sociedades y los sistemas escolares actuales, prevalece la visión de que el conocimiento sólo puede ser reconocido como tal cuando surge en el marco de investigaciones académicas o responde a determinadas normas educativas. El conocimiento que vive y se transmite oralmente, por medio de historias orales o de acciones colectivas que trascienden las estructuras escolares formales, no suele ser reconocido por el sistema escolar o se considera secundario.

En nuestro trabajo tratamos de crear espacios en los que se cuestionen estas visiones y se dé paso al encuentro entre diferentes saberes. Con ello, nos identificamos con una crítica postcolonial del sistema jerárquico global de producción de conocimiento. Asimismo, tratamos de reflexionar y tener en cuenta el papel que desempeñamos en la reproducción del conocimiento dominante y en los mecanismos de exclusión que se desprenden de él, ya que nuestras consideraciones sobre lo que es “(a)científico” y “(anti)moderno” reflejan estructuras coloniales de poder, de las cuales todos y todas estamos impregnados.

En nuestros proyectos creamos espacios de reflexión que posibilitan el diálogo de diferentes saberes. Promovemos la reflexión crítica sobre las relaciones de poder estructurales que han devaluado otros saberes y espacios de experiencia, en virtud de las cuales el sistema de conocimiento “occidental” ha tenido y sigue teniendo un papel determinante.

En nuestro trabajo en América Latina esto significa, entre otras cosas, reconocer y retomar tanto los conocimientos locales o poco formalizados (mediante, por ejemplo, la sistematización de las experiencias de un colectivo autoorganizado de mujeres o de una organización indígena comunitaria), como los conocimientos formalizados (como, por ejemplo, de la investigación académica sobre la paz y los conflictos), y crear saberes colectivos en un proceso compartido de reflexión. En Alemania, significa fortalecer la perspectiva crítica sobre el racismo en la educación, tomando en cuenta nuestra propia posición en la sociedad. A nivel metodológico, implica, como sostienen la educación popular de Paulo Freire y la investigación acción participativa de Orlando Fals Borda, incorporar la experiencia vital y el conocimiento de cada persona a un proceso educativo o de investigación sin importar si esa persona es profesor/a o alumno/a.