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Nuestras áreas de trabajo Memoria histórica y trabajo biográfico

En nuestro trabajo de educación para una cultura de paz, hay dos aspectos centrales: el enfoque biográfico y la pedagogía de la memoria.

¿Qué experiencias, vivencias o personas me han marcado especialmente en mi vida y de qué manera? ¿Por qué momentos difíciles he pasado y qué o quienes me ayudaron a superarlos? ¿Qué relación guarda mi biografía personal con la memoria colectiva de mi entorno y la historia oficial de la sociedad en la que vivo? ¿Cómo se cuenta la historia en mi país y quiénes la cuentan? ¿Qué experiencias reciben más atención, quién tiene la palabra y quién no? ¿Qué se oculta y se silencia en la memoria oficial?

A nivel individual, el trabajo biográfico nos permite comprender cómo llegamos a ser quienes somos, qué nos define actualmente y qué experiencias nos han marcado especialmente. En este proceso se identifican recursos y fortalezas y se establece un vínculo personal con cada uno de los aspectos abordados.  

A nivel social, la reflexión crítica sobre experiencias históricas permite comprender los conflictos sociales, las injusticias y las relaciones de violencia actuales y desarrollar alternativas para el cambio.

Crear nuevos vínculos a través del trabajo de memoria histórica 

Las experiencias de violencia y discriminación destruyen el tejido social. La injusticia no abordada puede dar lugar a una cultura del silencio. Cuando se logra construir un diálogo sobre el pasado, cuando se escuchan diferentes voces, cuando se encuentra un lenguaje para expresar lo silenciado y se reconoce la violencia vivida, se generan puntos de encuentro que pueden dar lugar a nuevos vínculos.

Para nosotros/as, el trabajo de la pedagogía de la memoria no gira únicamente en torno al “Nunca más”. Exige también comprender, en su contexto, las experiencias pasadas de guerra, violencia y exclusión, lo que incluye reconocer la continuidad de estructuras violentas del pasado en el presente. Precisa tener una mirada crítica de nuestra sociedad actual, que identifique, por ejemplo, la forma en que la tradición patriarcal sigue afectando a nuestras relaciones actuales, y desenmascare los vínculos entre el pasado colonial y las prácticas racistas de hoy en día, así como muchos otros aspectos aún latentes.

Desde nuestra perspectiva, la pedagogía de la memoria implica también crear espacios para recordar y visibilizar prácticas de resistencia, visiones alternativas y esfuerzos colectivos de cambio social. De esta forma, el trabajo con memorias alternativas, que a menudo son ocultadas por la narrativa histórica oficial, puede abrir nuevas vías de acción para desarrollar prácticas transformadoras.