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Nuestras áreas de trabajo Pedagogía de paz y transformación de conflictos

Nuestro trabajo en el ámbito de la educación para la paz parte de un concepto amplio de la paz. La convivencia pacífica no significa únicamente la ausencia de guerra, represión o violencia organizada.

Implica también que las personas puedan sentirse seguras de no ser discriminadas o marginadas por su origen, género, orientación o identidad sexual, edad, pertenencia social y religiosa, cuerpo o idioma. Supone que nuestra familia y nuestras relaciones sociales estén libres de violencia física y verbal, y que nosotros/as, como sociedad, mantengamos una relación respetuosa y responsable con el medio ambiente y los recursos naturales, de forma que las generaciones futuras puedan vivir en este mundo.

La violencia estructural (Galtung) y sus secuelas en nuestra interacción social se manifiestan también en pequeñas acciones cotidianas, como el lenguaje que utilizamos, las imágenes que tenemos sobre determinadas personas o la forma en que hablamos sobre los/as otros/as.

Por tanto, un aspecto fundamental del trabajo de educación para la paz es iniciar un proceso de sensibilización o concientización con el objetivo de reconocer y cambiar estructuras, mentalidades y prácticas excluyentes y violentas en nuestra sociedad, en el contexto global y, sobre todo, en nosotros y nosotras mismas. Identificar comportamientos violentos en los demás no es tan difícil cuando se ha logrado desarrollar una visión crítica del mundo. Sin embargo, reconocer las estructuras jerárquicas y discriminatorias en nuestras propias ideas y acciones puede ser un proceso incómodo y doloroso.

Desarrollar una conciencia de nuestra posición de poder o nuestra vulnerabilidad en los diferentes ámbitos de la sociedad y reconocer nuestros privilegios, limitaciones y marcos de acción es un paso importante para asumir nuestra responsabilidad en la construcción de relaciones de igualdad que contrarresten las exclusiones. Es, en definitiva, un paso que permite transformar las estructuras sociales violentas.

Para ello, se necesitan espacios que posibiliten el encuentro con uno/a mismo/a y con otras personas. Así, una parte esencial de nuestro trabajo en el ámbito de la educación para la paz y la transformación de conflictos consiste en crear espacios de encuentro y procesos de aprendizaje colectivo, a través del intercambio de diferentes experiencias y saberes, tanto a nivel local y regional como internacional. Es precisamente el encuentro con el “otro” —en el sentido planteado por el filósofo Emmanuel Levinas (“el otro es mi maestro ético”) — el que nos da la posibilidad de cuestionarnos y conocernos a nosotros/as mismos/as.

El autoconocimiento y la autorreflexión son fundamentales para manejar los conflictos de manera positiva y utilizarlos como oportunidad de cambio. El reconocimiento de nuestras formas de comunicación, de nuestras condiciones personales y nuestras experiencias en el manejo de conflictos, de nuestras necesidades, miedos y limitaciones, fortalece nuestra empatía hacia los demás. El manejo de conflictos también exige cuestionar las estructuras sociales injustas y crear, de forma conjunta, espacios de acción para cambiar las relaciones violentas, ya sea en la escuela, en la familia, en el barrio o en una región. Con frecuencia, se trata de actuar en lo pequeño sin perder la perspectiva de lo grande.  

En nuestros talleres y programas de formación sobre educación para la paz y transformación de conflictos, utilizamos diferentes metodologías procedentes del teatro del oprimido (Boal), el trabajo biográfico y de memoria histórica, la educación sensible a la discriminación, el acompañamiento psicosocial centrado en los recursos de la persona, el peacemaking o establecimiento de la paz (John Young), el análisis sistémico de conflictos y la mediación.